«Imos moito ao Arena, poderíamos ter estado calquera de nós»

La Voz

REINO UNIDO

Los miembros de la amplia colonia gallega vivieron la tragedia de cerca, llenos de inquietud y temor

24 may 2017 . Actualizado a las 11:02 h.

A Marcos Vázquez, con padres de Cee y O Porriño, no le gusta Ariana Grande. No es su estilo. Pero tiene entradas para ir al concierto de Metallica. Fátima González, una joven de Rianxo, también suele ir. Estuvo en el concierto que dio Enrique Iglesias en Mánchester. «Adoitamos xuntarnos as fins de semana algúns galegos e españois que vivimos aquí. Como esta é unha cidade na que hai moitos espectáculos, somos bastante habituais. O luns pola noite poderíamos ter estado alí calquera de nós», cuenta Fátima, todavía en estado de shock por lo ocurrido.

No vive en el centro. Marcos tampoco. Pero aunque no estaban en el epicentro de la tragedia como María Muiño, una estudiante de inglés de A Coruña, o Enrique Comesaña, un arquitecto de Vigo, tienen en común con ellos que su casa o su trabajo están cerca de otros escenarios que ayer fueron noticia en medio mundo. Especialmente también en Galicia porque, en la que es la segunda ciudad de Inglaterra, viven un importante número de gallegos. Solo en el grupo de Facebook Galegos en Mánchester hay 200.

El estruendo de la detonación fue percibido claramente por Enrique Comesaña: «Escuchamos la explosión, a continuación mi novia y yo nos miramos, y pensamos que sería cualquier cosa», rememora desde su puesto de trabajo este vigués, que lleva tres años viviendo en la ciudad inglesa. «No le dimos importancia, incluso después cuando escuchamos muchos helicópteros por la zona, pero como estábamos a punto de acostarnos, no nos dio por pensar que se tratase de un atentado».

«Hay pánico»

Al encender el teléfono móvil por la mañana fue cuando alcanzó a percibir la magnitud del estruendo que durante unos segundos les alertó la noche anterior. «Teníamos muchos mensajes», indica aludiendo a la preocupación que se había generado entre sus familiares y amigos, conocedores de la cercanía de la vivienda del joven vigués al lugar del atentado. «Desde la ventana de casa ya vi la calle acordonada. Bajamos para ir al trabajo y todo estaba cortado con policías y cámaras». En su lugar de trabajo reina la expectación y se suceden las noticias. «Ahora hay pánico», concluye Comesaña, que recuerda que hace solo una semana se fotografió junto a su novia, sobrinos y hermanas ante el lugar donde ocurrió la tragedia, el vestíbulo que conecta el Mánchester Arena con la estación Victoria, para ir a Liverpool.

María Muiño estudia inglés. No vive muy lejos de Comesaña. Su casa está a tan solo 500 metros del auditorio en el que estalló la bomba: «Estaba en casa con mi novio. Tenía los cascos puestos e incluso con ellos pude escuchar el ruido. Primero el estallido, luego las ambulancias, los helicópteros... Pero pensamos que era un accidente», dice. Marcos Vázquez Trillo vive en el barrio de Withington, muy cerca del lugar donde detuvieron a un joven de 23 años relacionado con el atentado. «Está só a dez minutos a pé», relata justo al salir de la planta de biogás donde trabaja. «Normalmente a xente aquí e moi alegre, pero hoxe (por ayer) parecía un funeral».

Nerviosa estaba también Fátima González. Trabaja en la Universidad de Mánchester, justo a pocos metros de otra de las calles cerradas por los agentes para hacer estallar otros dos artefactos. «Chamei a miña nai ás 7 da mañá para dicirlle que estaba ben, pese ao que pasara en Mánchester. Non me pasara nada, pero estaba moi emocionada. Afectoume», dice. Sobre todo porque había trabajado en dos de los hoteles que acogieron niños perdidos. Ayer por la tarde aún había alguno. Al ir a trabajar empezó a escuchar el sonido de los helicópteros sobrevolando . Cerca habían cortado la calle.

Información elaborada por Míriam Vázquez Fraga, Carlos Punzón, María Cedrón, Iván Díaz, María Cobas y Marta Vázquez

 «Case se pode dicir que son veciño do detido»

«Apenas catro horas antes pasei por alí, ao ladiño, cando saín de traballar. É un lugar moi céntrico», cuenta el burelense Diego Míguez Abad, quién llegó a Mánchester hace tres años y medio para hacer un doctorado y ahora trabaja como ingeniero de investigación en la Universidad Metropolitan de Mánchester, a la vez que termina su tesis. Lo avisaron del atentado cuando ya iba a acostarse, y admite que está «impactado». «Especialmente porque era un concerto no que había adolescentes. É moi aleatorio, fai pensar que ninguén está a salvo. Pero eu seguirei coa miña vida, non teño medo, non podemos deixar de vivir porque ocorran estas cousas», explica. Las sensaciones del joven mariñano todavía fueron peores ayer, cuando se enteró de la detención de un hombre de 23 años por su presunta implicación con el atentado: «Vivo en Fallowfield, un barrio universitario. A miña casa está a apenas cinco minutos da vivenda do detido. Case se pode dicir que somos veciños...».

«Las enfermeras estamos alerta por si hace falta»

La valdeorresa Nuria Cotarelo estaba en su casa, a unos 200 metros de la Victoria Station, cuando escuchó un fuerte estruendo. Pensó que era tormenta, pero al poner las noticias «vi lo que pasaba», contaba ayer por la tarde. Llevaba todo el día encerrada en casa junto a su marido y su hermano Alberto, que vive en Liverpool, pero estaba de visita. «No nos acercamos a la zona porque era un caos, está acordonada y no serviríamos de ayuda», decía. Además, con la noticia de un detenido «había desconcierto, y nos quedamos». Enfermera de profesión, estuvo todo el día pendiente del teléfono por si la llamaban para ir a trabajar. «Estamos todas las compañeras preparadas por si hacemos falta», decía. A media tarde se preparaban para salir. Los tres iban a ir a donar, contestando la petición de sangre para atender a los heridos; y también para ir a la concentración ante el Ayuntamiento.

«La gente es luchadora, todos quieren ayudar»

Santiago Pato vive junto a una comisaría, en Salford. Estaba acostado cuando oyó mucho ruido de sirenas pero hasta ayer no supo lo ocurrido. «El tráfico está colapsado, los helicópteros sobrevolaron la ciudad desde primera hora de la mañana», relataba ayer. Reconoce que el estadio Arena es un lugar muy concurrido y que «pudo haberle pasado a cualquiera, yo mismo estuve el pasado sábado por la noche allí porque es la zona por la que se suele salir». Tras el brutal atentado, asegura que «estamos todos mal, pero la gente es fuerte, luchadora y todos quieren ayudar. La gente ofrece sus casas para los afectados y por las redes sociales se está difundiendo el símbolo de la abeja, que representa los valores del trabajo y la solidaridad que hay aquí». Aunque está asustado, no piensa cambiar su hoja de ruta. Permanecerá en Manchester los tres meses que dura su investigación en la Universidad de Salford.