«Cedeira es uno de los mejores lugares del mundo para vivir»

ANA F. CUBA CEDEIRA

MEXICO

IAGO LEONARDO

Asentado en México, Iago Leonardo se crio entre Madrid y la villa natal de su padre, en la cocina del mítico O?Ramón

26 sep 2016 . Actualizado a las 11:45 h.

Sus tías Lala e Iris, ya fallecidas, se asoman a cada rato en la conversación de Iago Leonardo, que nació en Madrid hace 41 años, pero ejerce de gallego (de Cedeira), más aún desde que vive en México. «Siempre he estado muy vinculado al pueblo natal de mi padre, íbamos casi todos los fines de semana, el bar O’Ramón era mi casa, ahí estaba con los marineros, la gente más auténtica de Cedeira. Y mis tías cocinando arriba...», evoca. Estudió comunicación audiovisual, se especializó en fotografía y completó su formación en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de La Habana. «Monté mi empresa, dedicada a la publicidad, diseñé páginas web y trabajé mucho en moda, Cibeles, Gaudí...», cuenta.

Pero aquel joven inquieto «y fiestero, como todos los Leonardo» acabó «aburrido» de Madrid y de España, y un viaje le llevó a México, donde conoció a una chica, con la que se casó hace tres años en la isla de Holbox, donde continúan. Quería vivir en el Caribe y lo ha logrado. «Cedeira es uno de los mejores lugares del mundo para estar -opina-, pero el invierno es duro». Tal vez no tanto como «vivir de la fotografía, por el intrusismo». «Es muy complicado establecerse como profesional cuando hay gente que regala su trabajo», constata. Para sobrevivir en esta profesión cada vez más compleja y cambiante, se reinventa «cada cierto tiempo». «Ahora me dedico más a la fotografía artística. Quiero vender fotos en galerías, aunque tampoco es fácil», reconoce. Sus obras conquistan jurados, ha ganado varios concursos -destacan el Mutua Madrileña 2012 o el Banamex 2014- y es uno de los finalistas del 2016 Wildlife Photographer of the Year.

Este cedeirés del mundo se ha especializado en fotografía subacuática y lo mismo sumerge a un ejecutivo con corbata que a una pareja de recién casados. Este verano fotografió la xira -«ellos la aman y yo también»- y ha querido transmitir a su hijo Antón, «aún en la panza de su madre, esas vibraciones, las gaitas al bajar desde San Antón do Corveiro cantando a las señoras del pueblo». «Cuando mi mujer come noca el niño patalea, y cuando come pastelón, también», ríe.