El rey agradece a México que acogiera a exiliados republicanos

EFE

MEXICO

Felipe VI evocó a los refugiados españoles, entre ellos a un buen número de intelectuales, en el discurso pronunciado en el Ayuntamiento de Ciudad de México durante la primera jornada de su visita de Estado al país americano junto a Letizia

30 jun 2015 . Actualizado a las 09:31 h.

El rey de España expresó su «inmensa» gratitud a México por haber acogido durante varias décadas a españoles que emigraron al país americano, entre ellos a muchos exiliados republicanos huidos del franquismo en la década de los 30 y los 40 del siglo pasado. Felipe VI evocó a los refugiados españoles, entre ellos a un buen número de intelectuales, en el discurso pronunciado en el Ayuntamiento de Ciudad de México durante la primera jornada de su visita de Estado al país americano junto a Letizia.

Después de la bienvenida ofrecida por el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, los reyes se desplazaron a la Plaza del Zócalo, el corazón de la capital, donde su gobernador, Miguel Ángel Mancera, les hizo entrega del título de Huéspedes Distinguidos y de la Llave de la Ciudad.

El rey recordó que desde el comienzo de la historia compartida entre ambos países, hubo españoles en Ciudad de México que contribuyeron a entablar «lazos de sangre y de cultura» con el pueblo mexicano. Entre ellos, destacó a los españoles huidos por la Guerra Civil, alrededor de unos 40.000, que buscaron cobijo después de que el presidente Lázaro Cárdenas decidiera no reconocer al régimen de Franco y acoger al gobierno en el exilio, precisamente, en el edificio del Ayuntamiento capitalino. Fue en el Salón de Cabildos donde en agosto de 1945, reunidas las Cortes españolas de la República, se nombró a José Giral como presidente de Gobierno en el exilio.

Según Felipe, aquellos intelectuales, artistas, escritores y filósofos, como Luis Buñuel, Luis Cernuda, Max Aub, León Felipe o José Gaos, contribuyeron a dar prestigio a instituciones como la Casa de España en México, la Universidad Autónoma de México (UNAM), la más grande de América, y otras entidades científicas. «Ciudad de México, por tanto, urbe hospitalaria y magnánima que recibe con los brazos abiertos a los españoles que han encontrado su hogar en este inmenso y hermoso Valle de Anáhuac. Nuestra gratitud es por ello también inmensa», remarcó el rey, tras recordar que también hoy el país americano sigue recibiendo a artistas en busca de inspiración para su trabajo.

Felipe VI consideró un honor la invitación de convertirse, tanto él como la reina, en «chilangos», como se conoce popularmente a los habitantes de México DF, a la calificó de «una de las ciudades más bellas y fascinantes del mundo» por ser «tan rica en historia y vitalidad humana, tan inmensa y pasional».

Ciudad de México, que fue donde el Virreinato levantó la capital de la Nueva España sobre la mítica Tenochtitlán, es, en la actualidad, una metrópoli «mestiza y llena de contrastes, encrucijada de mundos» y «lugar de encuentro excepcional y de oportunidades», describió Felipe. Se mostró convencido de que existe un «amplio espacio» para que ciudades españolas e iberoamericanas y México DF trabajen juntas para intentar encontrar respuestas a retos como la movilidad, el urbanismo, la salud, la educación, la seguridad o la gestión del agua y de los residuos. En esta labor, el rey enfatizó el papel que las empresas españolas están desempeñando por su fe «en el dinamismo de esta capital y en la capacidad de sus gentes». También elogió la función del Centro Cultural de España en México, «cordón umbilical» entre ambos pueblos y «uno de los resultados más exitosos de lo que pueden construir juntos».

Miguel Ángel Mancera convino en ensalzar las aportaciones que hicieron los intelectuales huidos a México en diversos ámbitos. «Ciudad de México sigue teniendo la mano extendida y los brazos abiertos para España, desde entonces hasta ahora», declaró el jefe del Gobierno de la capital.

La agenda de la visita prosigue con un encuentro de ambas delegaciones en la residencia presidencial de Los Pinos y un almuerzo privado ofrecido por Peña Nieto y su esposa a los reyes. La primera jornada se completa con una cena oficial en el Palacio Nacional con la presencia de los dos jefes de Estado.