Los gallegos de Barcelona reivindican su aportación a la construcción de Cataluña

MERCEDES LODEIRO LA VOZ EN BARCELONA

ESPAÑA EMIGRACIÓN

Gladys VázquezMarco Gundín

Solo los que llevan poco tiempo en la comunidad defienden una consulta, pero no la independencia

01 oct 2017 . Actualizado a las 14:24 h.

«Construímos Cataluña entre todos. Cando chegamos, Hospitalet, Badalona... todo eran prados e hoxe hai que velas, son cidades». Quien se expresa es Xosé Carlos García, responsable de Xuntanza de Asociacións Galegas en Cataluña, que aglutina a 12.500 socios. Reivindica así el trabajo que junto con andaluces, extremeños, murcianos... realizaron miles de gallegos por esta comunidad desde hace muchos años. Es su voz, pero no la única que suena con ese tono. Su reflexión la comparten muchos otros gallegos que reivindican parte del éxito de las hilaturas, tejidos y punto de Mataró y Sabadell, pero también de las grandes obras de la ciudad con motivo de la Exposición Universal de Barcelona 1888. En muchos casos estos trabajadores vivían en condiciones insalubres en barracones. Hoy, los otros catalanes, como los llamó hace décadas Francisco Candel, llegan con el título universitario bajo el brazo. Bryan, Patricia y Diana son un ejemplo. Publicistas y cardióloga. La brecha con los llegados a Cataluña hace décadas es clara. Los jóvenes coinciden en que los catalanes siempre han tenido la inquietud de ser país y que se les debería dejar votar, aunque ellos son contrarios a la independencia. Hablan del asunto sin reparos. 

«Trátannos coma de segunda»

Entre los gallegos que emigraron por los años sesenta y setenta, la tensión y el miedo a discrepar de los independentistas se palpa en el cara a cara. Las confesiones se realizan en voz baja, como hace Luis Pérez, dueño de un bar en el Ensanche de Barcelona desde 1976. Este lucense llegó a Barcelona con 17 años, en 1968. Y la experiencia manda. «En el negocio tienes cierto público y no puedes hablar de ciertas cosas, pero con los amigos sí». Y añade: «De fútbol y de política no hablamos aquí, porque no se puede enfrentar uno a los clientes». En casa es otra cosa. Sus hijos nacieron en Barcelona. «No son de meterse en política, en familia hablamos, pero nadie está de acuerdo con este referendo ilegal», afirma.

Comparte mesa y pensamiento con Antonio Castro, de O Courel. Pero también historia. En 1973, con 16 años, su padre le firmó un papel para que pudiese viajar a Barcelona. Ahora presume de la venta de productos gallegos en la Ciudad Condal. «Mi primera patria es Galicia, y la segunda, Cataluña, pero soy español al cien por ciento», alardea. Coge aire: «Cataluña creció a base de los inmigrantes de las aldeas y de otros pueblos de España y ahora quieren echarnos de aquí como a perros. Somos iguales a ellos». No se contiene. Cambia al gallego y se explaya: «Á xente que non votamos a favor deles trátannos coma de segunda; aquí sempre nos entendemos e agora queren facer cataláns de primeira e de segunda». Asegura que «con los medios que haya hay que echar para atrás el referendo ilegal, porque los catalanes también tienen que respetar la ley, no son más que un gallego».

 Multas por rotular en castellano

Tan enfadado o más que él está Evaristo Foxo (Romeor do Courel, 1948). Lleva 40 años en Barcelona y asegura que el referendo no le dice nada. Desde su establecimiento en las instalaciones del ADIF en Sants no tiene más que críticas hacia la Generalitat. Tuvo que pagar 2.000 euros por tener un letrero en castellano en su comercio de Hospitalet y hace dos meses le han puesto otra sanción de 500 por la misma razón en otro de Barcelona. «Con la gente no hay problema, hay ocho empleados y la mitad hablan catalán, pero solo se trata de recaudar, recaudar, porque una vez que pagas ya puedes seguir teniendo los rótulos en castellano», recalca. 

«A que menos se pode queixar»

Xosé Carlos García se queja de los populismos en tiempo de crisis, del «España nos roba» y del victimismo y la «soberbia» del independentismo. Considera una provocación que teniendo Cataluña tan buenas infraestructuras desde hace años reclame que se prioricen en esta comunidad las inversiones, «cando hai unha débeda histórica con Galicia». «Lévannos décadas de adianto, teñen todo feito: Cataluña é a que menos se pode queixar polos investimentos», dice, y a Galicia todavía le queda otra década para concluir muchas infraestructuras. No descarta que hoy los secesionistas provoquen disturbios «para xustificar que estamos ocupados por un Estado opresor». Sostiene que para los independentistas «o importante non é gañar un referendo, senón manter un estado de ánimo para gañar as próximas eleccións os mais radicais».

A diferencia de Luis y Antonio, en la familia de Xosé Carlos «non se pode falar do proceso». A los amigos «se lles levas a contraria non escoitan, pasan da lei e pasarán por riba de todos». Lamenta que muchos a su alrededor dieron un vuelco en sus posiciones. «Todo isto rómpenos entre nós, as familias». Observa cómo en los colegios los estudiantes portan pulseras, banderas y carcasas de móviles independentistas, propagan que España no deja votar y todos hablan de Franco. «Polo menos serviu para que aprenderan historia e quen foi», ironiza. 

mercedes lodeiro

«Me siento partida»

Remedios Gayoso lleva toda una vida en Hospitalet. No se olvida de Guntín, donde nació hace 95 años. No está para esto, dice su sobrina Maribel. «Non lle quixemos dicir nada do referendo para que non sufra, pois no verán, cando foron os atentados, estabamos en Guntín e cando se decatou díxonos: “Quedamos aquí”». Quien sí se pronuncia es Maribel: «Me siento partida. Cataluña es España y yo me siento española». Lleva desde los 5 años en esta ciudad aledaña a Barcelona y piensa que a lo mejor es bueno para sus hijos que Cataluña sea otro país, por la economía, justifica. Aunque ella está en contra de la independencia, cree que deberían dejar votar. «El domingo pasado, en una comida familiar prohibimos hablar de política porque hay posturas encontradas y la familia de mi pareja es catalana, y así se evitan problemas», añade.

La posición de Maribel de que se debería hacer una consulta legal se aproxima a la de la cardióloga viguesa Diana Mojón. Ella es el vivo ejemplo de los jóvenes preparados que eligen dejar Galicia. «El ambiente está muy caldeado. Se deberían dar las facilidades políticas y sociales para que se celebre el referendo, porque considero que el pueblo catalán siempre ha tenido esa inquietud y para saber cuántos apoyan eso». Dice que como gallega lo comprende, aunque no lo comparte. «Aquí es como una rebeldía de “si me quieres acallar, voy a gritar más”», entiende. Tanto el publicista Bryan Fernández (Ponteareas, 27) como su compañera Patricia Rodríguez (Ourense, 27) transmiten la idea de que el referendo ilegal copa muchas de las conversaciones entre sus amistades, pero siempre con tolerancia y humor. «Le regalé una estelada a un amigo que se iba para Madrid», apunta el primero entre risas. Señala que hasta hace unos meses hablaba más en Galicia del procés que en Barcelona, porque la familia le preguntaba. «Ahora aquí todos hablamos de eso», afirma. Él cree que «muchos votarán por protestar. Pasarán cosas feas que darán para fotos feas. El 2 y el 3 vendremos a trabajar igual y dentro de un año o más se votará y saldrá el no como en Escocia, y ya está».

«No es mi guerra», comenta Patricia. Sin embargo, opina: «Desde hace cinco años que llevo aquí, esto ha ido en aumento y creo que hay que escucharlos, porque este tema rompe familias». Y apostilla: «Una amiga me dijo que pactó con su marido no hablar del tema porque uno es muy independentista y el otro, no, y discutían continuamente». 

Luis Pérez (Lugo, 62 años) empresario bar O’ Canto

N0 VOTARÁ. Tiene claro que no participará en la votación del referendo ilegal. «Mientras no me expliquen los beneficios y los perjuicios no votaría», afirma, y añade que «además es ilegal». Aporta un ejemplo con mensaje para quienes han violentado la ley: «A mí tampoco me gusta pagar impuestos y los tengo que pagar».

ML

Antonio Castro (O Courel, 64 años) autónomo

NO VOTARÁ. «El referendo es ilegal y no se puede permitir bajo ningún concepto que se celebre, porque qué pasaría si todo el mundo se saltase la ley», se pregunta. «Si yo me salto un semáforo, me sancionan», apunta. «Pues esto es igual», añade. Y defiende que «con los medios que haya hay que echar el referendo para atrás». 

Xosé Carlos García (París, 48 años)  Gestor cultural y escritor

NO VOTARÁ. «Non participarei desta parvada, é un acto máis de provocación. Buscan gañar fóra das urnas o que coas matemáticas lles era imposible. A soberbia do independentismo é buscar un inimigo e construír un relato de odio».

ML

Bryan Fernández (Ponteareas, 27 años) Publicista en McCann

N0 VOTARÁ. «Creo que con este referendo el Gobierno catalán no pretende que sea la marcha de España, lo convocaron para cumplir con su electorado. Como no funcionó el diálogo, ahora es el mejor instrumento de negociación».

Diana Mojón (Vigo, 25 años) Cardióloga en el Hospital del Mar

NO VOTARÁ. «Se deberían dar las facilidades políticas y sociales para que se celebre el referendo, porque considero que el pueblo catalán siempre ha tenido esa inquietud y para saber cuántos apoyan eso».

MC
 

Patricia Rodríguez (Ourense, 27 años) Publicista en McCann 

EN BLANCO. No había pensado en ir a votar, pero la última semana cambió de idea. «Me ha molestado todo lo que han montado con el envío de policías y todo lo que han hecho los medios de comunicación, por eso quiero votar».

ML

Evaristo Foxo (Romeor do Courel, 68 años) empresario

NO VOTARÁ. «No voy a votar ni loco, y si fuese a votar escogería el no. Le dais más importancia vosotros fuera que nosotros aquí. Esto es un montaje de la CUP que quiere ir a vivir a los palacetes de Pedralbes».

«Desde hace meses, veo empresarios que han cambiado el domicilio fiscal» 

«Desde hace unos meses veo empresarios que han cambiado el domicilio fiscal a otras zonas; otros, con planes de contingencia; y otros, con intenciones de establecerse en otros lados». Son las consecuencias que desde su notaría en el Ensanche barcelonés explica Raúl González (Ourense, 1974) sobre el referendo ilegal.

«Es una situación inmoral», afirma. «No es un problema entre el Gobierno y Cataluña, es un problema entre catalanes. La Generalitat sabe que tiene a la mitad de la población en contra y, con todo y con eso, nos presenta esta tesitura peligrosa», reseña, y muestra su preocupación: «Hay tensión en la ciudad. Veo en mi despacho a gente de situaciones económicas y profesionales muy distintas y estos últimos quince días es el único tema. La gente está inquieta».

El escenario que dibuja a partir de hoy es: «[Los no independentistas] vamos a tener que soportar que digan barbaridades. Hablarán de falta de democracia, de fascismo y Estado opresor, harán una declaración unilateral de independencia y tendrá que actuar el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y se tendrá que detener a gente». Intuye que desde mañana «la tensión irá en aumento, y quien dice que no la hay no ve la realidad». «Se ha apelado al sentimiento y las discusiones son muy desagradables, tienes que contenerte para no perder amigos y a otros ya ni los ves para no enfadarte», comenta. Los que más sufren, a su juicio, «son los nacidos aquí que no opinan como la Generalitat, son la mayoría y no tienen una salida clara».