La entrañable historia del matemático que encontró un cuaderno de su infancia

Toni Silva IRIXOA / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

Toni Silva

Antonio, catedrático en Valencia, reunió a sus compañeros de Irixoa para compartir un manual elaborado por ellos en 1954

23 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando Antonio Martínez se puso a ordenar los volúmenes de una biblioteca heredada, se reencontró de pronto con su adolescencia. Entre los libros, cuya parte científica había separado y donado a la Universidade da Coruña, se topó con uno cuya letra manuscrita le sonaba. Era el Cuaderno del inspector de una escuela rural de Churío (Irixoa) elaborado en el año 1954 por ocho alumnos, él entre ellos. Aquello fue un golpe de nostalgia, de regresar mentalmente al punto de partida de su larguísima trayectoria docente. Porque Antonio, de 77 años, es profesor emérito de la Universidad de Valencia en la especialidad de Geometría y Topología y con una profunda huella en foros y centros de estudio internacionales.

El cuaderno que descubrió incluía problemas de matemáticas. «Un viajero recorre cinco kilómetros en 50 minutos. ¿Qué distancia habrá recorrido en tres horas y media?». Le sigue entonces la solución («21 kilómetros»), y un poco más abajo la firma del autor de la página, un Antonio Martínez de apenas 14 años.

No se quedó para sí el hallazgo. Después de enseñarlo emocionado a su entorno, a su familia, y llevarlo a la Universidad de Valencia, editó varias copias pensando en un viaje muy especial, el de este verano a Churío para reencontrarse con otros coautores del cuaderno, en definitiva, compañeros de aquel colegio, un edificio que hoy resiste en forma de ruina. 

Un viaje al pasado

La cita, de la que La Voz es testigo, se produce este verano. Es mediodía y Antonio, que pasa unos días en A Coruña, es el último en llegar. A algunos no los ve desde que dejó la escuela. Se saluda con Nieves Marcote, Estrella Sanjurjo y José Antonio López, Lito. Los ojos brillan. El pasado vuelve de golpe y se imaginan con muchas décadas menos.

Y la reunión, además de un reencuentro entrañable, surge también como un homenaje a Raquel Rey de Castro, Quelita, la profesora. Suena raro oír hablar tan bien a unos alumnos de una maestra. «Era ma-ra-vi-llo-sa», sentencian.

Irrumpen recuerdos de forma caótica. «Meu pai levantábame ás tres da mañá se había lúa e ás oito viña á escola», rememora Antonio, al que Lito se refiere como «o superdotado de Churío». «Daquela non se podía vir todos os días á escola», apunta Estrella.

Y surgen nombres, y más anécdotas, mientras sostienen las copias aportadas por Antonio Martínez Naveira, entre cuyos méritos destaca la medalla de la Real Sociedad Matemática Española. Y regresan a casa y ese día, cada uno con su familia, repasan las copias del cuaderno (el original está custodiado, como oro en paño, en Valencia) elaborado por ellos mismos pero con las sensación de ser otras personas, tantos años han pasado. Y recuerdan cómo se descomponen los números en sus factores primos; o que San Martín nació en Hungría; o que con 16 pesetas se pueden comprar 20 sellos de 0,80; o que la luna es 49 veces más pequeña que el planeta Tierra. Lecciones y recuerdos entremezclados.