Cambados cumple 40 años ofreciendo mariscadas en Sevilla

Bea Costa
Bea Costa CAMBADOS / LA VOZ

ESPAÑA EMIGRACIÓN

El arousano Manuel Padín puso el nombre de su pueblo a un restaurante que hoy gestionan sus hijos

10 nov 2016 . Actualizado a las 11:21 h.

Mucho antes de que la fama de la Festa do Albariño y de su vino traspasase fronteras y de que Cambados fuese elegida Ciudad Europea del Vino 2017, el nombre de este pueblo ya era conocido en Sevilla. El responsable es Manuel Padín Pereira, un vecino natural de la parroquia de Castrelo que hace cuarenta años decidió dar el nombre de Cambados al restaurante que abrió en la capital hispalense. Fue el pionero en servir mariscadas gallegas en tierras andaluzas y hasta allí acudían de Cádiz y de otras ciudades de la región para saborear las cigalas, los percebes y la merluza llegadas del norte.

Entonces, cruzar la península con un camión cargado de marisco no era algo corriente. Pero para Manuel Padín la carretera y los kilómetros no fueron impedimento y, sirviéndose de su propio camión, cruzó la meseta y las montañas para que los paladares sevillanos disfrutasen de los sabores más selectos de su tierra.

Manuel Padín ya no está pero su legado sigue vivo. Hoy son sus hijos, José Carlos y Javier Padín, quienes están al frente del negocio que, aunque renovado, mantiene el nombre y la esencia de aquel restaurante gallego que inició su andadura en octubre de 1976. Acaba de cumplir los 40 años y la efeméride se celebró por todo lo alto con una fiesta en la que la gastronomía gallega y la andaluza fueron de la mano. Para la ocasión hubo ostras, navajas, pulpo, oreja de cerdo... pero también jamón y gambas regadas con manzanilla.

Cuando Manuel Padín abrió el restaurante, lo hizo al reclamo del marisco y del ribeiro en taza. Entonces, el albariño ni se comercializaba ni era conocido fuera de O Salnés. Hoy el escenario ha cambiado radicalmente y los vinos de referencia en la carta son los Rías Baixas, que han ganado por méritos propios un lugar en las mesas de toda España y de otros países del mundo.

La del fundador del Cambados fue una vida de esas que inspiran guiones de novela. Desde Castrelo acabó recalando en África fruto de sus viajes como marino mercante. En cuanto la situación en Guinea Ecuatorial se complicó, cruzó el Atlántico y se instaló en España donde hizo del transporte de mercancías su oficio. Pero un accidente lo apartó del asfalto y decidió reinventarse en el sector de la hostelería.

Su primera incursión en este mundo fue con el restaurante Las Rías Gallegas y después vendría el Cambados, que ya no abandonó y que le sirvió para sacar adelante a sus cinco hijos. Pero en el 2007, con la crisis, empezaron a venir mal dadas y hubo que echar el cierre. Tras un paréntesis de tres años, José Carlos y Javier decidieron rescatar el proyecto de su padre con aires y entusiasmos renovados, y la apuesta dio sus frutos. Los tiempos de las opíparas comidas de empresa pasaron a la historia de modo que la oferta del Cambados se orienta ahora más al tapeo y a la degustación en porciones más asequibles. Eso sí, el producto se sigue cuidando al máximo y cada semana llegan al restaurante mariscos y pescados de temporada llegados de Galicia, según apunta José Carlos Padín. Lo más demandado es el pulpo á feira, que allí llaman pulpo a la gallega por simplificar las cosas. Pero también lo preparan a la brasa y no faltan las ostras «que tienen mucha salida», añade este traumatólogo metido a restaurador. Sevillano de pura cepa mantiene estrechos lazos con su tierra paterna, adonde acude un mínimo de dos veces al año para visitar a la familia y para ver ese mar que alimenta la despensa del Cambados más andaluz.