«Me siento gallego y tenía ganas de trabajar en Carballo»

Á. palmou CARBALLO / LA VOZ

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BENITO ORDOÑEZ

El dramaturgo de origen malpicán trae al FIOT su adaptación de «Sueño de una noche de verano»

22 oct 2016 . Actualizado a las 09:54 h.

Con una extensa trayectoria teatral ya a sus espaldas Darío Facal (Madrid, 1978) acude por primera vez al FIOT con la ilusión de actuar en la comarca que vio nacer a su padre, el economista y escritor Ramiro Facal, y en la que el propio autor también pasó los veranos de su infancia: en la casa de su abuela paterna en la parroquia malpicana de Cerqueda. Hoy presentará en el Pazo da Cultura carballés (21 horas, 10 euros) su adaptación del clásico de Shakespeare Sueño de una noche de verano.

-¿Por qué se decantó por esta obra en concreto de Shakespeare?

-Porque a mí de todas las obras de Shakespeare El sueño me parece una de las comedias más deliciosas y también, a mi juicio, un poco incomprendida: siempre ha estado vista desde la perspectiva de los cuentos de hadas y con un velo un poco Walt Disney, y la idea era volver a reinterpretarla, redescubrirla y encontrar todo el sentido del humor que subyace en el texto y tomar las pulsiones más oscuras que hay en ese sueño/pesadilla que viven los personajes a través de la noche transformadora que experimentan en el bosque.

-¿Cuál es la clave para que una obra escrita hace siglos y ambientada en la Grecia clásica siga teniendo vigencia hoy en día?

-Es una comedia muy innovadora. Ya lo era en su época y todavía lo sigue siendo hoy. Es una de las primeras obras con tres tramas entrecruzadas, que es algo que a día de hoy, cuando lo vemos en el cine, nos sigue pareciendo moderno. Es una comedia llena de una poesía y una fantasía oscura, perturbadora, nada trivial; llena de hermosas reflexiones bastante perspicaces con respecto al deseo, el sexo y el amor, como es el hecho de que Titania se enamore de un burro, como metáfora de simplicidad intelectual pero también de la potencia sexual y del sex-appeal. Es una obra que desafía de una forma bastante violenta todos los clichés cuando una piensa en un clásico de una forma tradicionalista. Y además tiene la farsa final de Píramo y Tisbe que es uno de los regalos cómicos más hermosos que nos ha dejado la escritura dramática de todos los tiempos; es realmente hilarante.

-¿Cómo se afronta la adaptación de un texto así?

-Uno, con un texto de esta magnitud, siempre tiene miedo de no estar comprendiendo lo suficiente, pero ese respeto lo tienes con cualquier texto, no solo por que venga avalado por siglos de admiración. Un autor debe tener respeto siempre que va a tocar algún material poético. Pero también debes confiar en tu intuición y si te has lanzado a la tarea de adaptar e intervenir un texto, ser fiel a lo que ves y confiar en que es suficientemente inspirador y movilizador para el público. Obviamente, son empresas a las que uno se entrega después de haber estudiado, leído e investigado al máximo, aunque siempre te llega el apuro de si estás destruyendo algo en tu versión. Supongo que es inevitable: al mismo tiempo que creas, destruyes y eso hay que asumirlo.

-También ha escrito poesía, dirigido cortos y preparado algún guion de cine.

-Para mí no son facetas distintas, yo no lo vivo como algo separado. Al contrario, me parece que toda la creación tiene que ver con intentar producir un momento de verdad o una reflexión lo suficientemente inesperada y verdadera como para ser hermosa, y luego el resto son diferentes lenguajes y diferentes formas de hacerlo.

-Ha contado que llegó al teatro a través de la escritura.

-Uno va experimentando ciertas cosas y supongo que la curiosidad tiene que ver también con una predisposición natural. Empiezas a mirar hacia el teatro porque de alguna manera sientes que ahí puede estar una forma de desarrollo y de expresión, y quizás otros medios no te despiertan la misma inquietud. Siempre he pensado que la novela es un género de madurez, mientras que el teatro, la vida teatral, el compartir con los actores y el equipo el día, la premura y la tensión de un estreno son vivencias muy especiales y muy difíciles de sustituir, son como una droga necesaria. Supongo que escribir una novela, cosa que he intentado en varias ocasiones y que vergonzosamente he guardado en cajones, exige otro tipo de mesura, de calma, de madurez y otro tipo de reflexión por eso no siempre un buen novelista es un buen escritor de teatro y viceversa. Tradicionalmente, además, la autoría teatral siempre ha estado más relacionada con la poesía.

-¿Se ve dando el paso de dirigir una película?

-Me encantaría, pero el cine es un medio que tiene otras dificultades de producción diferentes al teatro y que, además, es mucho más exigente en términos de batalla contra lo prosaico: los procedimientos y procesos para alcanzar la inspiración en cine me parecen extremadamente difíciles porque vienen rodeados de tantas dificultades materiales, tanta precariedad económica y tantos límites. Si un plano tiene que ser aéreo y no tienes suficiente dinero para hacerlo el espectador nunca va a justificar esa carencia. Este tipo de condicionantes que inciden en lo artístico y lo poético hacen que para mí el cine sea un medio que tardaré un poco más en confrontarme con él.

-¿Sigue el FIOT desde Madrid?

-Esta es mi primera participación, pero conozco el festival desde hace años y tenía muchísimas ganas de ir. Además solo he actuado en Galicia con la primera obra que dirigí, en el año 2002 o 2003, y por eso me hace especial ilusión, no solo porque me siento gallego y tengo muchas ganas de trabajar en Carballo, de aprovechar un par de días para volver a visitar la zona, sino porque además está muy ligado a mis comienzos como director y regresar ahora me parece un sueño.