El mejor whisky del mundo solo envejece con madera de Lugo

Francisco Balado Fontenla
fran balado REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONALIZACIÓN

MARTINA MISER

The Macallan adquiere carballos de los montes gallegos para elaborar barricas

28 jun 2016 . Actualizado a las 12:23 h.

Los británicos decidieron el pasado jueves en las urnas su desvinculación de la Unión Europea. Se abre un período de incertidumbre marcado por las negociaciones que van a mantener Londres y Bruselas para determinar cómo serán las relaciones diplomáticas, económicas, y a todos los niveles, entre las dos partes, pero todo apunta a que los intercambios comerciales entre las islas y el Viejo Continente no funcionarán con un viento tan a favor como lo venían haciendo a lo largo de los últimos años, en los que apenas existieron trabas. Representantes de sectores productivos gallegos que cuentan con una importante cartera de clientes en el Reino Unido, como el textil o el conservero, apelaron a la prudencia tras hacerse oficial el brexit, pero tampoco ocultan su temor a que acabe repercutiendo de manera negativa en sus negocios.

Algunas de las empresas que en principio pueden estar algo más tranquilas son las que comercializan con bienes de lujo. La historia está repleta de anécdotas en las que se demuestra que en algunos aspectos las relaciones políticas no siempre tienen que marchar acompasadas de las relaciones comerciales.

Se cuenta que el líder supremo norcoreano Kim Jong-un en la intimidad es un gran apasionado de la liga de baloncesto del gran enemigo estadounidense, o que incluso en los años más tensos de la guerra fría, en algunos de los despachos más influyentes de Washington se fumaban cajas y cajas de puros elaborados en Cuba. El propio Kennedy, el día antes de firmar el histórico embargo a la isla, que se mantendría durante más de medio siglo, encargó a su jefe de prensa que le consiguiera nada más y nada menos que 1.000 habanos de la marca Herman Upmann.

La explicación a esto es sencilla: hay productos que presentan tanta calidad que son irresistibles hasta para los principios morales más firmes.

La tradición de las Highlands

En las Highlands escocesas se elabora el whisky más lujoso de todo el planeta. Con casi 200 años de tradición a sus espaldas, la firma The Macallan produce con mimo esta bebida mediante un método artesanal en el que no escatima ningún gasto, ya que el precio final acaba repercutiendo siempre en los abultados bolsillos de sus exclusivos clientes. Los especialistas de esta destilería son conscientes de que la mejor madera del planeta para armar las barricas en las que envejecer su licor está en los montes de Lugo, y desde hace años adquieren robles cuyo tronco acabará determinando el aroma, el sabor, el tono y hasta el espíritu de esta bebida. El precio de la botella de Fine Oak 12 años ronda los 70 euros, la Fine Oak 30 no suele bajar de 800 euros, y algunas joyas exclusivas se pueden disparar sin control. Un multimillonario surcoreano acabó desembolsando 50.000 euros por una edición limitada. ¿El secreto? En la madera. «Nuestras barricas de roble son las principales responsables de la extraordinaria calidad», reconocen desde la propia destilería. La materia prima procede principalmente de los montes gallegos, aunque también importan roble americano, pero sus mejores caldos se reservan tan solo para los primeros. La diferencia está en la edad del árbol. Cuanto más viejo sea, más y mejores propiedades le acabará transfiriendo a la bebida. Y parece que los famosos anillos que cuentan los años de los carballos lucenses son inigualables. Estos árboles crecen despacio. Para garantizar el futuro, por cada ejemplar talado la empresa se encarga de plantar otros dos. La madera se trabaja en aserraderos gallegos. Posteriormente, se deja «secar» al aire durante un período comprendido entre los 12 y los 15 meses, y luego se envían a Jerez, en donde un selecto grupo de artesanos acaba transformándola en barricas de 500 litros antes de mandarlas a Escocia. La leyenda en la materia George Espie, maestro maderero de The Macallan, encargado de velar del proceso, lo reconoció abiertamente: «Nuestra firma no podría soportar un año sin los árboles de Galicia».