El vigués Roi Sánchez, nuevo entrenador del Barcelona B de balonmano

DEPORTISTAS

XOAN CARLOS GIL

El técnico había entrenado en Alemania los dos últimos años

07 jun 2017 . Actualizado a las 11:08 h.

El nuevo técnico del filial del Barcelona de balonmano es vigués. El club anunció ayer la incorporación de un Roi Sánchez que habla de «sueño cumplido» cuando se refiere a la aventura que se dispone a emprender y que le supone dejar atrás dos años de experiencia y aprendizaje en la Bundesliga alemana. Ahora quiere más de lo mismo, pero en el club al que siempre había aspirado a pertenecer. «Es un verdadero honor y un orgullo. Aparte de que soy culé», confiesa.

La oportunidad surgió cuatro o cinco semanas atrás. «Me preguntaron si me haría ilusión. ¡Como para no hacérmela!», exclama. Su pasado común con el técnico del primer equipo, Xavi Pascual, en el Octavio había hecho que siempre tuviera un vínculo con el club al que ahora pasa a formar parte. «Estábamos en contacto y continuo y coincidíamos en algún campus de verano. Lo mismo que con David Barrufet», dice.

Sánchez afronta la aventura con ganas de continuar creciendo como técnico. «Quiero evolucionar y desarrollarme y me parece una ocasión magnífica para hacerlo», comenta. Rechaza la palabra vértigo para referirse a lo que comienza. «Prefiero hablar de respeto. Soy entrenador desde hace unos quince años y con el Hannover también me he enfrentado a situaciones complicadas. Aunque esto es un salto importante, me veo preparado para asumir esta responsabilidad», destaca convencido.

En el que hasta ahora era su club le esperaba un año más de contrato. «Estaban contentos con mi trabajo y querían que continuara. Yo también estaba a gusto, me sentía valorado, cómodo y contento y no entraba en mis planes cambiar. Pero si te llama el Barcelona es una situación especial», relata. Así lo entendieron desde el club, que no le puso ningún problema para poder desvincularse.

A que la situación sea «especial», como él dice, contribuye también el reencuentro con Luis Santos, con quien coincidió, asimismo, en Vigo y que será su segundo. Se rodeará así de gente que viene trabajando en el equipo catalán desde hace tiempo, pero a la que en su mayoría ya conoce. A esas ventajas se une una especie de regreso a casa. «La familia está contentísima, porque ahora tendré Vigo mucho más cerca», celebra.

Atrás queda una etapa para la que solo tiene «buenísimas palabras». «Solo puedo hablar maravillas de lo vivido en Alemania en todo este tiempo. Ha sido aprender otra manera de vivir el balonmano, y dirigir un partido con 5.000 personas en un pabellón, que para mí fue otro sueño cumplido», señala. Aunque contento de regresar a España, valora muy positivamente lo que ha significado en su trayectoria «salir fuera, evaluar y comparar cosas continuamente para no dejar nunca de aprender».

De cara al futuro, solo piensa en el reto inmediato que se le presenta. «No necesariamente mi objetivo es llegar un día a Asobal. Quiero quemar etapas y lo importante ahora es la que empieza».