Apuntalando el rugbi en Rapa Nui

Pablo Gómez Cundíns
Pablo Gómez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTISTAS

Un gallego carpintero y rugbier desarrollará el deporte oval en el lugar habitado más remoto del mundo

09 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cerró su negocio, lo vendió todo, hizo su maleta y no podía haberse ido más lejos: a la Isla de Pascua. Pero se llevó un balón de rugbi. Y una profesión, la de carpintero, que contribuirá a mejorar la calidad de vida en el lugar habitado más remoto del planeta, al tiempo que desarrollará la base del deporte oval para la federación chilena de la mano de Carlos Morandé al que conoció cuando era entrenador del Zalaeta, el equipo de su vida.

Él es Juan Carlos Souto Montero (A Coruña, 1976), un deportista al que el rugbi ha moldeado la vida hasta hacerla un poco más oval. «Cuando probé el rugbi y dejé la natación, en mi casa no gustó mucho. Creo que incluso ahora sigue sin convencer. Pero nunca pensé que esa decisión fuera a cambiar mi vida de tal manera», resume.

Pronto dejó de estudiar y se formó en carpintería en el instituto de Someso mientras jugaba en el Zalaeta. «Este deporte me lo ha dado todo: una gran familia, valores y principios que no se aprenden en la escuela y que ahora yo quiero transmitir a las nuevas generaciones», avanza.

El camino hacia la Isla de Pascua comenzó en A Coruña. Cinco años con la cantera de la mano del chileno Carlos Morandé, impulsor del Zalaeta en la última década y un auténtico estudioso del deporte oval. Recogió su legado cuando Morandé retornó a Rapa Nui y ahora vuelven a estar juntos.

«Siempre soñé con viajar y trabajar en algún sitio soleado. Supongo que es el sueño de todos, aunque me hubiera gustado que fuera mas cerca, por mi familia y mis amigos. La oportunidad salió aquí y, la verdad, me alegro de la decisión tomada», relata a La Voz.

Apenas lleva dos semanas. La adaptación ha sido inmediata. Tanto, que ya ha participado en el primer torneo de seven internacional de la Isla de Pascua. Recibió obsequios de sus rivales tahitianos, chilenos y pascuenses: camisetas y pantalones. «El hermanamiento fue total», resume.

Llegó a la isla para desarrollar la cantera escolar junto a Morandé, a partir de abril. Entre tanto, con la premisa de que el rugbi siga siendo una afición y no una profesión para preservar sus valores, colabora con la mejora de las condiciones vitales de los habitantes de Rapa Nui mediante sus habilidades como carpintero. «La gente me lleva a sus casas a comer y cenar. Esto es mucho mejor de lo que nunca pude soñar», resalta mientras avanza que permanecer segundo año está dentro de sus planes de futuro. «Es una experiencia increíble. Tengo mucho que aprender de esta gente, de cómo se trabaja y se vive. Hay un entrenador neozelandés del que aprenderé lo máximo para aplicarlo en Galicia», dice.

«La vida aquí es muy tranquila, como retroceder cuarenta años. No hay delincuencia, las casas y los coches se dejan abiertos, se conoce todo el mundo como en una gran familia. El deporte nacional es el hoe vaka (canotaje polinésico) y la barbacoa de carne de vacuno y pescado. Los horarios son similares a los gallegos. No es ningún trauma acostumbrarme», dibuja.

El deporteoval se especializa en exportar talento gallego

Han sido muchos los gallegos que se han lanzado a la conquista del mundo con un balón ovalado bajo el brazo. Sin ir más lejos, en mayo, Carlos de Cabo, Joaquín Maguna, Marcos Muñiz, Adolfo Rodríguez y Javier Abadía, del Vigo RC, dieron el salto a Nueva Zelanda.

En el 2014 el canterano del CRAT Diego Riestra se convirtió en internacional por México, donde el vigués Alberto Ruiz Luca de Tena (exjugador del Vigo) era director general de la federación. También en ese año, el ex jugador del Zalaeta Pablo Mumary daba clases de historia en la UNAM mexicana y fundaba un club que vertebró la vida de varios gallegos en la capital. Y la dirección de márketing de Telefónica para toda Asia Pacífico llevó a Andrés López desde el CRAT a los Beijing Devils, campeón asiático. Fue también el año en el que el exjugador del CRAT Álvaro Moreno se decidió a combinar en Hong Kong su profesión de cocinero con la práctica del rugbi y la organización de las World Series de Seven. Emergía la modalidad olímpica.

Un año antes, la internacional Berta García fichaba por el Waikato RU neozelandés para, en el 2014, aterrizar en Francia junto a Vanessa Rial, Paula Medín, Mónica Castelo, Elsa Porto, repartidas entre Toulouse y Perpiñán. Ya en el 2012, Laura y Silvia Vázquez se habían trasladado a Coimbra. Su denominador común, el CRAT.