El adiós de Cuba, Galicia y Madrid a Eduardo Barreiros

La Voz OURENSE

CUBA

El reputado empresario de la automoción falleció en La Habana a los 73 años

22 feb 2017 . Actualizado a las 12:47 h.

Hace 25 años llegaron a Madrid, procedentes de La Habana, los restos mortales del empresario ourensano Eduardo Barreiros, que falleció en la capital cubana, donde residía con su familia caribeña. Barreiros es un paradigma de emprendedor y de hombre de negocios. Nacido en la aldea de Gundiás, desempeñó su primer trabajo a los 11 años, en una empresa de autobuses de su padre. En ella se familiarizó con la mecánica, el ámbito profesional donde se convertiría en un referente mundial. La transformación de los motores de gasolina en diésel, en 1949, fue un hito en su carrera. En 1954 creó la empresa Barreiros SA, dedicada a la fabricación de camiones, autobuses, furgonetas, tractores, motores diésel y grupos electrónicos. Una década después, la firma, en la que también participaban sus hermanos, se convirtió en el complejo industrial de automoción más importante de España. La francesa Simca y la estadounidense Chrysler fueron sus socias en los años 60. Se dedicó también a la explotación ganadera. En la década de los 80 se instaló en Cuba, donde montó una fábrica llamada Amistad Hispano-Soviética, con la que exportaba camiones y autobuses a países del Este. Su aspiración era que esa fábrica se convirtiese, en el siglo XXI, en la más importante del sector en América Latina. En Cuba ejerció, hasta el momento de su muerte, como asesor de Fidel Castro. Fue nombrado el día 1 de octubre de 1991 doctor Honoris Causa en Ciencias Técnicas por la Universidad de La Habana. Unos meses antes de morir, Eduardo Barreiros hizo unas declaraciones a La Voz de Galicia en las que rechazaba la etiqueta de emigrante porque se fue voluntariamente, recordaba sus conocimientos y uso del idioma gallego y se declaraba políticamente de derechas pero defensor de un «socialismo capitalista» al estilo de Olof Palme. Aseguraba también haber rechazado la oferta de ser ministro de Industria en España. Tras su fallecimiento, fue despedido en La Habana por su compañera sentimental y sus dos hijas cubanas, además de por representantes de la Embajada de España; en Madrid lo aguardaban su esposa, sus dos hijos mayores y sus hermanos.