El padre de Fidel, acusado de ocultar a sus hijos ilegítimos y simular su ruina

Xosé Carreira LUGO/ AGENCIA

CUBA

Una de sus nietas escribió que el de Láncara se aseguraba mano de obra barata y que mató a obreros

02 dic 2016 . Actualizado a las 20:44 h.

Adorado por unos, denostado por otros. La vida Ángel Castro Argiz, de cuya muerte se cumplieron hace muy poco sesenta años, tanto vale para un roto como para un descosido. Para los afines al régimen de los Castro, fue un modelo de lucha y emprendimiento. Para los enemigos de sus hijos, no fue más que un explotador que, además, simuló estar arruinado para no dar a una de sus exmujeres la parte de la hacienda que le correspondería.

Aquel joven que marchó de San Pedro de Láncara sin apenas un patacón y con la espina clavada de que su novia se había casado con otro, jamás se imaginaría que acabaría teniendo varias biografías oficiales, no oficiales y hasta posiblemente inventadas. Algunas ofrecen datos tan curiosos como, por ejemplo, que personal de la CIA tenía pruebas de que cambiaba los lindes de sus tierras por las noches. Eso en su aldea tenía un nombre: «mover os marcos». De todos modos, quienes eso escribieron o contaron nunca llegaron a aportar pruebas.

Lo más duro que se dijo de Argiz no llegó por boca o escritura de americanos o enemigos del régimen de los Castro. No. Fue a través de una de sus nietas, Alina Fernández, quien contó que su abuelo matara a obreros.

Después de llamarle derrotado, su nieta cuenta en las memorias que publicó en mayo de 1997 que, cuando el Gobierno de España desmovilizó a las tropas coloniales, le concedió a Ángel un dinero de retiro, que aprovechó para regresar a la isla. «Tenía una vocación de astucia imparable y traía muy bien pensado como usarla. Compró un pedazo de tierra exiguo (...) y poco a poco, a base de cercas removidas y vueltas a sembrar con la cómplice noche, empezó a ejercer un cacicazgo», escribe Alina Fernández su nieta.

«Más interesante resulta el modo en que se aseguró la mano de obra más gentil y barata: contrataba a sus lejanos conocidos del pueblo galiciano por tiempos de cuatro años. Les prometía cuidarles los ahorros, haciéndolos comprar con vales en la bodega propia. Y después, cuando ya habían cumplido su temporada, los llevaba a un lugar apartado y los mataba», cuenta en la tercera página de sus memorias sin aportar pruebas.

Lo que no cuentan las biografías oficiales o autorizadas sobre Ángel Castro Argiz son otros detalles que pueden resultar duros. Al de Láncara, lo acusan de esconder a sus hijos ilegítimos, fruto de la relación extramatrimonial que tuvo con Lina Ruz, una de sus sirvientas, entre los que estaban Ramón y Fidel. Algunos investigadoras aseguran que los envió a vivir con el cónsul de Haití en Santiago de Cuba.

Argiz tardó 17 años en reconocer como hijo a Fidel y a varios de sus hermanos. Al que sería Comandante lo internó en un colegio religioso de La Habana. Cuentan algunos que fue llamado bastardo y hasta judío por no estar bautizado.

Metió al comandante en un internado en el que algunos le llamaron bastardo

Investigadores dicen que la CIA lo vio cambiando los marcos de sus tierras