Cruz García: «Aceptar el dinero de la UE es legitimar sus políticas migratorias»

sara p. seijo, i. c. SANTIAGO /LA VOZ

COOPERANTES

RAQUEL CACABELOS

La cooperante denuncia la lucha política y farmacéutica a la que se enfrenta la oenegé

28 ago 2016 . Actualizado a las 11:16 h.

Cruz García regresó el 26 de julio a su Pontevedra natal tras pasar tres meses ofreciendo ayuda sanitaria en las instalaciones de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Etiopía. A sus espaldas tiene cinco años de incontables hazañas de ayuda humanitaria: Sudán del Sur, Filipinas, Sierra Leona, Siria... El miércoles asistió a la presentación en Santiago de la memoria anual del 2015 de la oenegé, para darle voz a los que no la tienen.

-¿Ha sentido frustración alguna vez?

-No tanto como frustración, pero sí la sensación de que podrías hacer más y hacerlo mejor. Me iba a ir a Yemen ahora, pero tras el último bombardeo a un hospital, MSF ha decidido evacuar las infraestructuras médicas porque no se puede garantizar ni la seguridad de los pacientes ni del personal de la oenegé.

-MSF está desbordado de trabajo, ¿es buen momento para rechazar la ayuda de la UE?

-Es una situación contradictoria porque no tiene sentido que aceptemos su dinero para mantener nuestros barcos en el Mediterráneo, que ahora se ha convertido en una fosa común, si los países europeos cierran sus fronteras. Eso supone legitimar sus políticas migratorias ante la crisis de refugiados. Además, el dinero que la UE da a algunos países para que externalicen sus fronteras forma parte de los recursos destinados a la ayuda humanitaria, todo lo contrario.

-¿No se pueden hacer excepciones entre todos los países?

-Es muy peligroso. Podríamos aceptar una donación bilateral, pero si ese país está en la UE se supone que aceptó las políticas migratorias que se están llevando a cabo. El dinero nos hace falta porque, aunque ingresamos muchos millones al año, los necesitamos para pagar los medicamentos, los traslados, los refrigeradores... Todo. Los recursos económicos son importantes, pero MSF no es solo un testigo, también se encarga de denunciar, y eso tiene que ir en paralelo a la acción humanitaria.

-¿No le parece que están perpetuando una visión de asistencia desde Occidente?

-Asistimos porque es una emergencia y, por tanto, necesario. Cuando el sistema de salud de un país es deficiente, desde la oenegé identificamos sus necesidades y trabajamos para mejorarlo, pero no para convertirlo al modelo europeo. Emergencia y asistencia van unidos, pero no con esa imagen de levantar África, sino como prestación de ayuda en situaciones de emergencia.

-Tienen una guerra abierta contra las farmacéuticas.

-La sociedad civil tiene un papel importante en nuestra lucha, porque debe estar concienciada de que las farmacéuticas hacen negocio con la salud y de que los genéricos son necesarios. También ayudaría que las agencias del medicamento contribuyeran a limitar los precios. No se trata de regalarlos, pero sí de reducir precios. Las vacunas de los calendarios mínimos suelen ser bastante asequibles, pero no las de nueva generación, como la del neumococo, que cuesta más de cien euros en Europa y cerca de ochenta a nosotros. Esa cifra, aunque esté rebajada, es imposible que la asuma un gobierno africano.

-¿MSF es capaz de generar opinión pública?

-En algunos asuntos sí es posible. Uno de los más recientes es la crisis de Siria. MSF ha sido una de las pocas oenegés invitadas a la asamblea de la ONU para hacer declaraciones firmes sobre la situación de los refugiados.