José Barcia, un camariñán que rescató a su familia del cruento conflicto civil español

Luis Lamela CARBALLO / LA VOZ

ARGENTINA

Nueva entrega de la sección Galería de Emigrantes, de Luis Lamela

10 ene 2018 . Actualizado a las 11:05 h.

José Barcia Canosa nació en el municipio de Camariñas a finales del siglo XIX o inicios del XX. Estuvo casado con María Canosa Pardiñas, Maruja, y emigró para la Argentina, país en el que se estableció para dedicarse enteramente al comercio.

En 1926 regresó a Camariñas con su esposa y tres hijos; no obstante, en el mes de noviembre de 1930, cuando tenía 37 años, volvió otra vez al país austral en el vapor Antonio Delfino, un buque que partió de A Coruña, dejando a la familia en su localidad de origen. Deseaba que sus vástagos se educasen en España y arraigasen aquí sus raíces.

Sin embargo, cuando estalló la guerra civil en julio de 1936 y las cosas pintaron «bastos», José Barcia temió por su familia y los reclamó. Tanto su esposa, que tenía 43 años, como sus hijos Manuel Vicente, de 16; María, de 13; José, de 12; Luis, de 9 y Juan, de 6, estudiantes todos ellos, lograron embarcar en Lisboa en el vapor Massilia escapando de la guerra, de la represión y del hambre que empezó a sufrir la población en Camariñas y de la que sufrieron después en la posguerra, y pusieron rumbo al país en el que ya se encontraba su esposo y padre.

La familia arribó a Buenos Aires el 2 de abril de 1937, y no sabemos si llegaron como simples emigrantes o como exiliados por el miedo que habían sufrido. En ese mismo barco y en la misma fecha también llegaba emigrado a la Argentina otro joven, oriundo de Camariñas, Abelardo Torrado Fernández, de 19 años. Y, en 1955, en plena posguerra, José Barcia Canosa efectuó otro viaje a España cuando tenía 62 años, pero regresó otra vez a su país de adopción desde Vigo en el vapor Yapeyu (retratado en la imagen superior) y allí arribó, en Buenos Aires en donde residía, el 26 de octubre de ese mismo año.

En aquellas tierras, y desde hace ya mucho tiempo, descansan sus huesos para siempre.