Editan una antología de los diarios, cuentos y poemas de Aurora Bernárdez

H. J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

ARGENTINA

Aurora y Julio, en una foto tomada en mayor de 1956 durante una excursión a Toledo (al fondo, las ruinas del Alcázar). Se habína casado en 1952. En este viaje visitaron también Galicia. Paco Luis Bernández, hermano de Aurora por parte de padre, era entonces embajador argentino en España.
Aurora y Julio, en una foto tomada en mayor de 1956 durante una excursión a Toledo (al fondo, las ruinas del Alcázar). Se habína casado en 1952. En este viaje visitaron también Galicia. Paco Luis Bernández, hermano de Aurora por parte de padre, era entonces embajador argentino en España.

Alfaguara rescata obra inédita de la escritora y traductora de origen gallego, que estuvo casada con Cortázar

21 jun 2017 . Actualizado a las 10:30 h.

«No estabas en el muelle. / Otros -mi padre- agitaban pañuelos. / Entre mugidos fúnebres partimos, / la orilla se enturbiaba: / ¿de lágrimas, de ocaso, de distancia? / Leías diariamente las noticias / de mi mundo de aquí, yo las del tuyo. / Pero nadie decía qué comías, / si tenías frío o calor o te aburrías. /¿Quedaba en mí tu imagen / o la inventé al regreso? / ¿Fue real lo vivido? (te pregunto) / ¿Vivimos lo vivido? / Del otro lado nadie me responde. / ¿Se borrará tu cara? /¿Podré por fin cerrar la puerta, / contar la historia, / ponerle un desenlace?». Estos versos -titulados La despedida- son una de las piezas que rescata El libro de Aurora, antología de los diarios, cuentos, poesías y otros textos de Aurora Bernárdez (Buenos Aires, 1920-París, 2014) que ordenó para el sello Alfaguara su amigo el músico y cineasta Philippe Fénelon. Hija de emigrantes gallegos con raíces en el lugar de Lago, en el concello ourensano de Maside; hermana del diplomático y poeta Francisco Luis Bernárdez y esposa de Cortázar (1952-1968); Aurora Bernárdez, que siempre estuvo rodeada de literatura, fue una brillante traductora al castellano de autores como Italo Calvino, Paul Bowles, Albert Camus, Sartre, Lawrence Durrell o Paul Valéry, pero sus propios escritos los mantuvo ocultos. «Se abstenía de publicar por una cuestión heroica: para que hubiera un solo escritor en la familia», contó alguna vez Vargas Llosa, según anota Fénelon, que también recuerda cómo ella le dijo una vez, ya muy mayor: «Estoy hecha de papel». Cortázar le llamaba Galleguita, y por ella él leyó a Blanco Amor o a los trovadores de la ría de Vigo. Bernárdez mantuvo hasta el final contacto con Cortázar -que la nombró albacea; se habían conocido en Buenos Aires en 1948- y lo cuidó cuando (ya fallecida Carol Dunlop) él cayó enfermo. De hecho, fue Aurora la que decidió en el 2005 donar a Galicia el archivo fílmico y fotográfico de Cortázar, ahora custodiado por el CGAI.