Editan una antología de los diarios, cuentos y poemas de Aurora Bernárdez
ARGENTINA
Alfaguara rescata obra inédita de la escritora y traductora de origen gallego, que estuvo casada con Cortázar
21 jun 2017 . Actualizado a las 10:30 h.«No estabas en el muelle. / Otros -mi padre- agitaban pañuelos. / Entre mugidos fúnebres partimos, / la orilla se enturbiaba: / ¿de lágrimas, de ocaso, de distancia? / Leías diariamente las noticias / de mi mundo de aquí, yo las del tuyo. / Pero nadie decía qué comías, / si tenías frío o calor o te aburrías. /¿Quedaba en mí tu imagen / o la inventé al regreso? / ¿Fue real lo vivido? (te pregunto) / ¿Vivimos lo vivido? / Del otro lado nadie me responde. / ¿Se borrará tu cara? /¿Podré por fin cerrar la puerta, / contar la historia, / ponerle un desenlace?». Estos versos -titulados La despedida- son una de las piezas que rescata El libro de Aurora, antología de los diarios, cuentos, poesías y otros textos de Aurora Bernárdez (Buenos Aires, 1920-París, 2014) que ordenó para el sello Alfaguara su amigo el músico y cineasta Philippe Fénelon. Hija de emigrantes gallegos con raíces en el lugar de Lago, en el concello ourensano de Maside; hermana del diplomático y poeta Francisco Luis Bernárdez y esposa de Cortázar (1952-1968); Aurora Bernárdez, que siempre estuvo rodeada de literatura, fue una brillante traductora al castellano de autores como Italo Calvino, Paul Bowles, Albert Camus, Sartre, Lawrence Durrell o Paul Valéry, pero sus propios escritos los mantuvo ocultos. «Se abstenía de publicar por una cuestión heroica: para que hubiera un solo escritor en la familia», contó alguna vez Vargas Llosa, según anota Fénelon, que también recuerda cómo ella le dijo una vez, ya muy mayor: «Estoy hecha de papel». Cortázar le llamaba Galleguita, y por ella él leyó a Blanco Amor o a los trovadores de la ría de Vigo. Bernárdez mantuvo hasta el final contacto con Cortázar -que la nombró albacea; se habían conocido en Buenos Aires en 1948- y lo cuidó cuando (ya fallecida Carol Dunlop) él cayó enfermo. De hecho, fue Aurora la que decidió en el 2005 donar a Galicia el archivo fílmico y fotográfico de Cortázar, ahora custodiado por el CGAI.