El ingeniero que une puentes entre Ferrol y Costa Rica

Olga Suárez Chamorro
OLGA SUÁREZ FERROL / LA VOZ

AMÉRICA

Steven Saborío

Tres de los alumnos de Juan Luis Crespo realizan el proyecto de graduación en el campus ferrolano

20 nov 2017 . Actualizado a las 10:10 h.

Juan Luis Crespo es profesor e investigador de Ingeniería Mecatrónica en una de las universidades públicas de Costa Rica y, desde hace tres años, alumnos de su departamento realizan el proyecto de graduación en el Campus ferrolano. Esteban, Steven y Christopher son tres jóvenes costarricenses que este año realizan su proyecto de graduación en el campus de Ferrol. Son estudiantes de Ingeniería Mecatrónica del Tecnológico de Costa Rica, una de las Universidades públicas del país, y llegaron en septiembre a una ciudad que no conocían de nada, pero con la que tienen un nexo en común: Juan Luis Crespo, un gallego que lleva nueve años en aquel país, profesor, investigador y artífice de ese intercambio entre universidades por el que desde hace tres años alumnos costarricenses realizan su proyecto en la ciudad naval.

Licenciado en Física por la Universidad de Santiago y Doctor Ingeniero por la de A Coruña, Crespo imparte clases de Sistemas de Visión Computacional y de Inteligencia Artificial en Ingeniería Mecatrónica, una carrera «muy novedosa» que graduó a su primera promoción en 2015 y que, según explica, abarca un amplio espectro: «Desarrollamos aplicaciones para astrofísica, robótica o para el desarrollo de dispositivos médicos, como un aparato de asistencia ventricular, o un tomógrafo que ayudará a cirujanos a realizar prótesis a la medida de cada paciente». Crespo coordina además una comisión para lograr el reconocimiento internacional de esta carrera.

Antes de emigrar, fue miembro del Grupo Integrado de Ingeniería (GII) de la UDC, desde su creación hasta el 2008: «Fue hace tres años cuando comenzamos una colaboración por la que estudiantes de Ingeniería Mecatrónica viajan a Ferrol becados por el TEC para hacer sus proyectos de graduación». El primer año fue un chico que, una vez finalizó el proyecto, fue contratado por este grupo interdisciplinar de investigación que tiene su sede en la ciudad naval; el año pasado fueron dos los beneficiados y, en esta curso, tres estudiantes se encuentran en Ferrol.

Primero, con una beca

Sin embargo, Costa Rica llegó a su vida antes que este gran proyecto universitario en el que está embarcado. La primera vez que vivió en ese país fue gracias a una beca de la Agencia Española de Cooperación Internacional, relacionada con el desarrollo de capacidades tecnológicas y de investigación en Universidades. Entonces conoció a la que hoy es su mujer y, aunque después vivieron en España, «a la hora de asentarnos con visos de largo plazo decidimos hacerlo aquí». Antes de que llegara ese momento, gran parte de su vida laboral estuvo en la Universidade da Coruña, así como en el CIS-Galicia, en Ferrol, encargado del Área de Visión Artificial. Desde España, también trabajó como consultor de organismos internacionales en temas relacionados con la calidad de la Educación superior en países latinoamericanos, labor que continuó cuando se trasladó a Costa Rica. Ya en el pequeño país americano, Crespo trabajó para una multinacional, «en un cargo relacionado con la investigación tecnológica» para después pasarse a la docencia en la Universidad pública.

Cada año Juan Luis Crespo y su familia despiden el año en Ferrol, donde viven sus padres, su hermana y muchos amigos. También intenta acercarse a su tierra siempre que, por motivos laborales, viaja a Europa a mediados de año. Y esa querencia por sus orígenes gallegos se la ha trasladado a su hijo Alejandro, que a sus 8 años y desde la ciudad de Cartago, es ya un gran seguidor del Deportivo de la Coruña. Se encuentra en un país que no destaca tanto como otros en tradición emigrante -el INE tiene registrados en Costa Rica solo a 1.041 españoles procedentes de Galicia-, aunque también allí hay un Lar Gallego donde se organizan actividades y que aúna sobre todo a emigrantes de segunda y tercera generación. «Gallegos de nacimiento que se hayan trasladado aquí en épocas cercanas debemos ser muy escasos», reconoce, aunque sí encuentra a veces «apellidos inequívocamente gallegos».