Paulo Carlos López: «O sistema universitario impúñame un teito de cristal»

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

AMÉRICA

Se trasladó a una universidad de Ecuador para poder ejercer la docencia tras doctorarse en la USC

05 jun 2017 . Actualizado a las 07:35 h.

El 2 de julio del 2015, Paulo Carlo López (Betanzos, 1985) recibió una llamada de su director de tesis. Había una oportunidad para ejercer como profesor universitario. Pero era en Ecuador. Apuró la lectura de la investigación, que tuvo lugar el 19 de febrero del año pasado. Pasó los procesos selectivos y el 11 de marzo estaba al otro lado del Atlántico. El 4 de abril dio su primera clase en la Universidad Católica del Ecuador Sede Ibarra. Es solo una de las caras de esos jóvenes investigadores que no encuentran sitio en la universidad gallega.

La primera pregunta es ¿por qué? «Logo dun proceso de formación de varios anos culminado co doutorado, e que compatibilicei co traballo na empresa privada e cunha bolsa no Parlamento, o sistema universitario impúñame un teito de cristal, expulsábame pouco a pouco». Emigrar era la única opción para poder ejercer la docencia. Y aquí llega una de las paradojas que se está dando en la enseñanza superior. «Non foi unha decisión fácil, pero era a única decisión posible dadas as circunstancias». Porque para poder acreditarse como profesor universitario en España «precisas docencia e o sistema universitario español non cha ofrece. Non ten sentido ningún».

Así que hizo dos maletas, se despidió de su familia, de Betanzos, de sus amigos de Santiago y cogió un avión. «Dende logo, non é o mesmo que a emigración galega de mediados de século, eles si que eran heroes, pero por iso non deixa de ser triste, como se che quitaran unha parte de ti», explica.

Pero, claro, allende el mar se encontró con un mundo entero de posibilidades. «Dar clase xa é un logro, algo impensable en Galicia tal e como está a situación. Despois, se tes propostas e as viabilizas, tes vía libre para facelo». En solo un año, este profesor de la carrera de Comunicación y del máster de Lingüística Aplicada ha creado un máster en su especialidad, está al frente de un grupo de investigación y es el director de un proyecto nacional de transparencia. «E todo perfectamente financiado». Y aunque el dinero en su caso no es una prioridad, «tanto no sistema público como no privado, os salarios para os doutores son máis do dobre que en España cando inicias a túa carreira profesional». Así que también se convierte en un incentivo para cruzar el Atlántico.

«Claro que é unha xeración perdida», dice este investigador cuando se le pregunta si cree que hay un vacío en la universidad gallega. «En Ecuador, nun país tan cativo, hai varios profesores galegos. En Ibarra, en Quito, en Guayaquil, en Loja, en Milagro». Y también en el resto de América Latina. Y no es solo que haya que emigrar para poder ser profesor. Es que es muy probable que los que se han ido nunca vuelvan. «A xeración de doutores que emigramos estamos nunha idade crítica». Esa edad crítica, entre los 28 y los 32 años, es en la que conocen a sus parejas y estabilizan su vida, incluso con hijos. «É unha cuestión puramente vital», añade López.

¿Consecuencias? «Primeiro, a emigración dos que se queren dedicar á docencia e a posibilidade de que non volvan. Isto é: tirar ao lixo a inversión que se fixo na súa formación». Pero la exigua contratación de jóvenes profesores tiene más secuelas, según Paulo Carlos López: que los doctores que no encuentran trabajo dentro de la universidad se orientan a otros ámbitos laborales, así que «non xeran coñecemento e son dificilmente recuperables».

Él, por lo pronto, pretende volver. Piensa acreditarse como docente el año que viene y esperar a poder optar a una plaza. «Esa xa é outra cuestión. A cantidade de profesores acreditados sen praza fixa e vivindo no limbo». Ya no se trata de lo que él quiera, sino de lo que Galicia ofrezca.