Como pez en el agua entre los guepardos

Victoria Amoedo PONTEVEDRA / LA VOZ

AFRICA

LUZ CONDE

Un joven pontevedrés vive su pasión de investigar a grandes carnívoros con un proyecto en Namibia

12 ago 2016 . Actualizado a las 11:29 h.

La vida en Namibia no es fácil. Que se lo digan a Rubén Portas, que lleva casi tres años en el árido país africano, donde trabaja en el estudio de los guepardos. Sin embargo, tampoco en España las cosas eran fáciles para este pontevedrés. Desde siempre se ha sentido atraído por la naturaleza, por los animales y, en particular, por los grandes carnívoros. Pero las oportunidades para la investigación en este campo eran muy reducidas y decidió que su futuro ya no estaba aquí.

«Estuve en la estación de Doñana trabajando con un estudiante de doctorado que me dijo que no tirase mi pasión por la borda, que buscase oportunidades fuera». La primera parada de Rubén fue entonces Inglaterra, consciente de que necesitaba mejorar su nivel de inglés. Pero además de un idioma, allí encontró un camino que seguir. «Hice un amigo que trabaja en Eslovenia con osos, lobos y linces. Me comentó que había un proyecto alemán de voluntariado para trabajar tres meses con guepardos en Namibia».

En en 2013 Rubén aterrizaba en el país del sur de África como parte de un proyecto del Leibniz Institute for Zoo and Wildlife Research de Berlín. Allí reconoce que se sintió como pez en el agua y que encajó perfectamente en el grupo de trabajo. Por eso, cuando terminó el período de tres meses, en el equipo estaban convencidos de que tenía que encontrar el modo para conseguir una plaza fija. Y, en ese momento, por casualidades del destino, una puerta se abrió ante él. El mismo día en que volvía a España, el ministerio de Medio Ambiente del gobierno de Namibia hizo un ingreso de dinero en la cuenta del proyecto para la elaboración del censo nacional del guepardo.

Así, un voluntariado de tres meses va camino de convertirse en una estancia de tres años con un importante proyecto entre manos. Tres años dedicados a un estudio que lo ha llevado a recorrer todo el territorio de Namibia. De hecho, durante la primera mitad del 2016 reconoce que ha hecho cerca de cuarenta mil kilómetros en coche.

Sin embargo, a pesar de lo duro que puede resultar tener que desplazarse por toda la geografía del país, el difícil trato con los ganaderos de cada zona o el trabajo con animales peligrosos, lo peor es muchas veces la falta de vida social. «Vivimos a dos horas y media de la civilización en medio de la sabana, en una estación que construimos nosotros mismos. Echas de menos desconectar del trabajo y quedar con los amigos, pero eso en Namibia es impensable. No puedes conducir más de dos horas porque te apetece tomar un café. Tampoco hay televisión e Internet solo a veces».

La distancia de la civilización también los ha forzado a tener nociones básicas de casi todo. «Para arreglar averías pequeñas no podemos llamar a un fontanero o a un electricista que se desplace desde la ciudad». Tanto Rubén como sus compañeros han tenido que aprender a sacarse solos las castañas del fuego.

La electricidad es precisamente uno de los mayores problemas del día a día en Namibia. Sin ella pueden pasar días completamente incomunicados. Por no hablar del riesgo a perder las muestras que recogen durante las jornadas de trabajo cuando no funcionan los frigoríficos. «Una vez nos quedamos sin luz porque un rinoceronte había tirado una de las torres». En ese momento ellos mismos tienen que detectar el problema, y es entonces cuando llaman a alguien que pueda solucionarlo.

Al final, vivir haciendo lo que le apasiona no tiene precio, y ningún contratiempo puede vencer contra la ilusión de Rubén al realizar su trabajo.